Te vi como a un muerto
que volvió
llamado.
En sesión espiritista
te llamé,
te llamé,
y cuando me hablaste
tu voz era otra,
tu baba,
no pude escuchar.
Te vi como a un muerto.
La sala era fría
y yo te invocaba
para no responder.
Para que sientas el frío
de tu propio frío
en tu propio salón.
Te llamé
para que te asustes
y tengas miedo
del abismo
que abriste
y no responder.