Hoy todavía
recuerdo la tarta de coco
que preparaba mi tía
cuando todavía era mi tía.
Recuerdo a mis primos
-que en ese entonces también lo
eran-
jugando en el patio
a arruinar las plantas de mi
abuelo
mientras dormía
su santísima siesta.
Y recuerdo
el despertar de mi abuelo
cuando al ver los destrozos.
Nos amenazaba con buscar su látigo
de siete colas
que decía tener guardado en un
cuartito
el cual todas las tardes
revisábamos
-mientras él dormía-
buscándolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario