domingo, 9 de septiembre de 2018

Todas las noches
elijo
un objeto 
del mal.
Lo abro,
lo guardo,
y por varios días
abro la puerta 
para espiarlo.
Le pongo objetivos,
plazos,
desafíos,
recompensas
y castigos.
Hasta que me canso
y comienzo 
a odiarlo.
Me pongo,
modos,
horarios,
planeo 
desecharlo.
Generalmente
los sábados
suena la bolsa
negra
que espera
afuera
en la puerta
que yo me decida
a arrojarlo.

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