Voy a hacer lo que pueda.
Lo que me venga en ganas
si es que me vienen.
Mi problema es:
No tengo ganas.
Pero ojo:
no es vagancia,
no es comodidad.
Es un hueco,
gigante,
en el lugar exacto
en el que las personas
tienen fuego,
o una chispa chiquita
o un homúnculo
que les hace cosquillas.
No.
Nada de eso en mí.
Andamios de papel
en cimientos de agua.
Cuando mires mi ojo
pensá en anatomía,
en un consultorio
oftalmológico.
Nada.
Nada de mirada en mí.
No tengo.
A veces alguien me presta.
A veces juego un rato
a tenerla.
Es agotador.
No te das idea.
Mi voluntad
es un castillo de fósforos
en Lavalle y Florida.
Oíme, cuando digas
no tengo ganas
pensá bien lo que decís,
pensá bien en lo que hablás.
No.
Con ganas se nace
o se construye muy temprano.
Todo lo que venga después
está destinado a caer.
No te dejes engañar
por mi risa.
No te dejes engañar
por mis chistes.
Son las sombras que comí
de las ganas de otrxs.
Y me estoy cansando
de comer sombras.
Hoy me rindo.
Me ofrezco en sacrificio privado
a nadie.
Dejo ir las cosas de mis manos
y también mis manos.
Me rindo, madres, trabajadorxs, sonrientes, cocinerxs, viajerxs.
Ganen su mango
como deben.
Ganen su herencia como deben.
Tengan un fin de mes austero.
Un fin de mes decente.
Un fin de mes con margen.
Tengan capacidad de ahorro
y extensiones de tarjeta.
Tengan la vida en cuotas.
No llamen al lobo en la puerta.
Rían, rían que la vida es bella.
Rían, rían que no se nota.
Rían en sus fotos
y llénense de brillos,
de piel tersa
de filtros.
Sigan, sigan jugando
el juego de Sísifo.
Yo me rindo.