Cosas estúpidas. En el 2002, salimos borrachxs y fumadxs del Salón Pueyrredón con 3 amigxs y nos tomamos el 12 en Pacífico para volver a Barracas. Yo ya estaba afiliada al rocheismo también. Me acuerdo que nos reíamos y hablábamos sin parar sentadxs en la parte de atrás del colectivo. Así hasta un momento.
Llegando a Constitución, mi amiga tuvo ganas extremas de hacer pis. Bajamos en una estación de servicio al lado de la autopista. Cuando conseguimos pedir la llave, mi amiga ya se había hecho encima. Ya fue, me hice, dijo y nos reímos. Eran las 6, 7 de la mañana. Verano. Sol.
Empezamos a caminar por calle Constitución en estado de estupidez filosófica. Yo miraba las casas, la arquitectura, decía cosas bobas como si fueran revelaciones. Y ahí nomás la vi. La chimenea alta de ladrillo, de fábrica. (Amo esas construcciones). La señalé y les dije quiero subir ahí. Primero se rieron. Les repetí quiero subir ahí. Era en serio. Se dieron cuenta de que si no me acompañaban lo iba a hacer sola igual. Vamos, dijo uno.
La chimenea estaba en el fondo de un baldío tapiado. Había vidrios en punta sobre los bordes de las tapias. Primero un amigo le hizo piecito al otro para subir y ver qué había. Chequear si estaba todo bien. Bien para esa circunstancia estúpida, se entiende. Desde el otro lado dio el ok. Mi amigo, nos hizo piecito a mi amiga y a mí, y después se trepó él. Se cortó un poco una mano con los vidrios, le sangraba, pero seguimos.
Era un terreno con pasto crecido. Yuyos. Maleza. Seguimos caminando y llegamos a la base de la chimenea. Fue hermoso verla. Tenía escaloncitos exteriores. Esos de chimenea antigua, manijitas de metal. Empezamos a subir. Quise ir primero pero mi amigo se adelantó. Subimos decididxs, con miedo, lento, pero decididxs. Qué belleza! Estaba ahí en la chimenea que había visto tantas veces desde el bondi.
Nos quedamos trepadxs un rato. Un poco haciendo equilibrio y un poco mirando alrededor (estábamos a unos 10 metros del piso, un peligro). No sé si a algunx le llegó la lucidez o qué pero empezamos a mirar las ventanas de las casas, habitaciones, conventillos que daban al baldío. Nos sentimos observadxs o alguien gritó desde un balcón. Salgamos que se puede pudrir, dijo mi amigo.
Bajamos rápido. Corrimos por el pasto y trepamos la tapia no me acuerdo cómo. Saltamos a la vereda de la calle Constitución de vuelta al universo en el que estábamos. Caminamos hasta la estación y tomamos otro 12. No hablamos de la chimenea pero sí del tétanos y el vidrio. Bajamos en Barracas. El suceso quedó atrás. Alguna vez quizás lo recordamos diciendo qué locura!.
Uno de todos los días que tomé el 12 después, miré a ese terreno y habían construido algo. La chimenea no estaba más. Y no me acuerdo dónde dormí aquella mañana.
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