Ay, si vieras la cantidad
de
veces
que le pasé lavandina
a la mesa que vos pintaste
a la mesa que vos pintaste
meticulosamente
de negro
y que decidiste
y que decidiste
no llevarte
cuando nos separamos,
no lo podrías creer.
no lo podrías creer.
En realidad sí.
En realidad
me estarías diciendo que pare,
o ya directamente nada.
Tendrías la sonrisa borrada,
como los últimos meses
o ya directamente nada.
Tendrías la sonrisa borrada,
como los últimos meses
que compartimos techo,
y apoyarías cosas
y apoyarías cosas
arriba de la mesa
sin importarte.
Se está desgastando
pero la cuido.
A pesar de los años,
la sigo cuidando.
Con el resto,
con mi resto,
hago lo que puedo.
Ahora, precisamente ahora,
veo personas muertas
que me hablan en pantallas
y me veo a mí misma
más cadáver que siempre.
Un holograma, con suerte.
y me veo a mí misma
más cadáver que siempre.
Un holograma, con suerte.
No hace falta decir
que hablarte ahora,
a vos,
en un poema,
es un acto de espiritismo.
Pero a eso
ya me había acostumbrado.
A tu muerte,
a la nuestra,
ya me había acostumbrado.
A tu muerte,
a la nuestra,
ya me había acostumbrado.
Pero ahora
puedo asegurarte
que la apuesta
que la apuesta
es doble
una réplica
una réplica
amplificada
corregida
corregida
y aumentada.
Y si tu muerte
-nuestra muerte-
me causó aversión
a las pantallas,
ahora
ahora
las pantallas
me la devuelven
en espejo.
me la devuelven
en espejo.
En crudo
y en 2D.