domingo, 30 de julio de 2017



Me voy a suicidar.
Abrir la ventana
y saltar.
Pero cinco pisos
nada más
chocaría contra el perro
caniche
que ladra todo el día.
Qué forma horrible de morir.
Ni siquiera.
Hospitalizada
con fracturas
y la vecina del caniche
visitándome
en la sala
con su perro
y yo diciendo
que no
que quise cambiar la cortina
para no admitir
mi idea estúpida
de caer de lleno
al patio del perro
que me habrá mirado
y olfateado
como a un hueso
o un pedazo de pan
tirado
en el patio
y habrá seguido ladrando
agudo
inmutable.